Licenciada
en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y por tanto alentada
a manejar diversas técnicas y soportes plásticos como podemos en esta muestra:
obras derivadas del lenguaje fotográfico y otras de carácter pictórico, sobre
cartón, en las que nos detendremos.
Podemos
considerar al cartón como un elemento de protección, bien sea del frío a las
personas sin hogar, bien el packaging
de productos industriales; en esta exposición pasa a ser un elemento protegido,
preservado de otros usos que no sean el de la contemplación. Los títulos aquí
exhibidos, en algún caso, recuerdan el embalaje, cartón industrial, del moblaje
de hogar, que retornarían a éste en un juego irónico donde la pintura, esta intensa
pintura, otorga una mayor trascendencia al diseño que decora la casa.
Históricamente
se ha usado el cartón como medio para precisar una obra en otro material: en
el periodo helenístico para copiar
mosaicos célebres; para la composición de vidrieras; al final del Quattrocento, cartones preparatorios en
el inicio de los frescos, o bien como modelo
para tapices, con buen mercado en Amberes del siglo XV. Excelentes
fueron los de Mantegna para los Gonzaga en Mantua, los de Rubens y los más
cercanos de Goya. Con las vanguardias históricas y los collages, el cartón (también otros materiales “desechables”) cambia
de uso alcanzando su propia capacidad expresiva, así Guitarra de Picasso de 1912 en su museo de París.
Las
piezas que aquí vemos guardarían relación con el arte povera en tanto la manipulación del material industrial, no
con la conceptualización a que llegaron artistas como Giovanni Anselmo o
Pistoletto (que también expone ahora en Madrid, no cartones, pero sí en la Serpentine Gallery
de Londres una instalación de rollos de cartón corrugado). El procedimiento en el arte povera, a grandes rasgos, consiste en suprimir y reducir todo
al mínimo signo, al arquetipo, con simplificación de los procesos
transformadores de la materia, logrando máxima complejidad con los materiales
más simples. Un reduccionismo conceptual que haría hoy las delicias de
ministros que podrán ver un nombre ligado a una economía en auge de ahorros.
La intensa
materialidad del cartón resalta hasta dejar de ser mero soporte pictórico,
cobrando las piezas presentadas un marcado expresionismo en el tratamiento de
materiales que recuerda el de la madera de Lucio Muñoz, una voluntad
compositiva lograda por el diálogo de la materia pictórica y el soporte también
vistos en Rafael Canogar. Por mencionar otros artistas que han utilizado cartón
dentro del arte actual, señalar a Frederic Amat, Aramis Ney o Antón Lamazares. A
esta presencia “matérica” habría que añadir en esta exposición de Blanca del
Río, la expresividad acentuada del
cartón fragmentado rompiendo el plano y como continuación de la fluidez del
trazo, un dripping que patenta
lágrimas (Cómoda Malm, 2011).
En esta
yuxtaposición de técnicas, de conflicto de estímulos intelectuales,
parafraseando a Rodin encontramos un trabajo de materiales que devuelve el
tiempo a la mirada. Si la pintura es una afirmación de lo visible, en cita de
John Berger, aludido por la autora en sus redes sociales, la obra que nos
expone, por la pintura y el soporte presentaría una doble afirmación de esa
visibilidad, una transitoria realidad, que continuamente aparece y desparece.