La semejanza que se ha establecido entre pintura y poesía, y viceversa, es la semejanza entre artes y refuerza lo que tienen en común y así se destaca en las poesías de Picasso, tratadas como sus pinturas y dibujos donde el trazo es grafía, letra con significado pero no con sintaxis. En sus poemas parece dibujar la misma emoción que siente cuando realiza sus óleos, cerámicas, esculturas o el “dibujo-dibujo”, Picasso tensa los medios del lenguaje cotidiano, nos reta, nos provoca, funde palabra e imagen sin saber bien si es la letra la que se convierte en imagen o la imagen en letra.
Se plantea, también lo que a mi juicio es la poesía: la traducción del tiempo. El arte es una artesanía que convierte la fugacidad en belleza. Si somos seres hechos de tiempo, traducirlo, supondría una necesidad de relación, una ordenación de la experiencia que manifiesta una marca de la memoria de ser. El tiempo que no tiene nómina está a disposición pero es inasible, lo podemos traducir cuando escribimos, cuando pintamos o cuándo.