Por los
estudios de Ekaterina Degot la división abstracción vanguardista y realismo
socialista es más permeable de lo que hasta ahora se ha visto, así relevantes
artistas del realismo socialista como Gueórgui Riázhski, Yevguéni Kíbrik o
Fiódor Bogorodski tuvieron un pasado vanguardista. Liubov Popova, Rodchenko o
Malevich participan de ambos lenguajes, reseñando la pintura figurativa
(retratos realistas) de este último hacia 1930-35. Entre 1920 y 1934 la
vanguardia artística estaría sincronizada con el ansia político transformador
de la realidad social, a partir de 1934 se disuelve ese parentesco y la utopía
artística se desvanece. Tenemos que entender aquí utopía tal como se establece
en el catálogo de la exposición por Fredric Jameson que lo retoma de Ernst
Bloch, entendiéndolo como un impulso arrollador que intenta abrirse paso en
medio de una vida social superficial. Por otra parte la vanguardia soviética
tuvo atención más relevante en Occidente en los años 60, considerando al
realismo socialista como algo kitsch,
fenómeno del que se había ocupado Hermann Broch en 1933, Hans Reimann en 1936 y
Clement Greenberg en 1939, que en síntesis, de éste, vendría a decir que la
vanguardia (1900-1930) imita los procesos del arte y lo kitsch imita sus efectos. El realismo socialista resultaría mejor
transmisor a las masas del mensaje ideológico de un poder totalitario, exigiendo
a la obra un cometido divulgativo instantáneo, de ahí que sea la reproducción
la obra clásica del realismo socialista.
La
electricidad fue la base del desarrollo económico y emuladora de la luz de sol
a la que poder sustituir como imagen de modernización industrial, un pretendido
Siglo de las Luces eléctricas (Rodchenko y Mayakowski, ¡Dadme el sol por la noche!, 1925). En Deineka encontramos estos
temas relacionados con la industria (Trabajadoras
textiles, 1927) y modernización de la agricultura (Las brigadas femeninas en el sovjós, 1931), la aviación (El pionero, 1934) o el metro donde dejó
sus mosaicos. El deporte le impulsa a encontrar un lenguaje propio cargado de
dinamismo (Fútbol, 1924), ritmo y
movimiento que trasladará a la pintura de caballete o stankovismo, que abandona pronto. Deineka fue un entusiasta de la
técnica en general que puso al servicio del comunismo que creía justo, primero
(con veinte años) fueron ilustraciones para revistas en el marco de la NEP
(Nueva Política Económica), llegando a ser un ilustrador muy popular por su
gran economía de medios (Ilustraciones para El
fuego de Henri Barbusse, 1935). Olvidada la NEP por los Planes Quinquenales
se centra en 1928 en el arte gráfico como creador de carteles, también colabora
en prensa con dibujos yuxtapuestos a los famosos ensayos fotográficos de
Rodchenko dentro del grupo Octubre. Posteriormente dibujos donde trata de captar
el movimiento con trazos precisos resaltando la plasticidad e interacción de
las masas que integran los cuerpos. En grafismo periodístico veremos
procedimientos expresionistas con planos sesgados y contornos angulosos
(también en el óleo Retrato del artista
K.A. Viálov, 1923), combinando escorzos y diferentes puntos de vista. Después
de dos décadas de experimentación abstracta, en los años treinta se produce un
giro figurativo; en Deineka a través del cuerpo atlético con músculos tan
curtidos por el deporte como por el trabajo industrial (Después de la lucha, 1937-42), alejados del clasicismo griego y
diferente a la estética de Leni Riefenstahl, sin esa musculatura trascendente y
apoteósica.
En 1932
se disuelven por decreto todos los grupos de arte y literatura y se crean
sindicatos creativos formando Deineka parte de la Unión Regional Moscovita de
Artistas Soviéticos. Con la culminación del primer plan quinquenal se alienta
una alegría y ocio cultural que tenía que superponerse a la austeridad de inicio
del primer plan quinquenal y Deineka lo refleja con temas deportivos o de
esparcimiento (El juego de pelota,
1932). En 1934 su obra enlaza bien con el realismo socialista como estilo
oficial: friso de figuras, espacio pictórico plano y muy sintetizado, con
colores ricos y brillantes en posturas que evocan la alegría bajo el socialismo,
donde el Estado subvencionaba a artistas de prestigio con un sueldo mensual y
por un número determinado de obras que luego pasarían a los museos u otras
instituciones culturales soviéticas. Aunque no se prohibió la producción
artística en estudios privados sí se controlaban a través de la distribución de
exposiciones y reproducciones; terminó por ser en los años sesenta un arte
extraoficial de carácter experimental.
Entre 1934-35
viaja a EEUU con gran éxito de sus obras y en 1935 gran exposición en Moscú con
enorme aceptación, encontrándose en la cima de su vida y obra. En 1936 “Gran
Terror” periodo de purgas y denuncias hasta 1938 con ejecuciones a los propios
miembros del partido y acusaciones de formalismo a diferentes artistas, entre
ellos a Deineka, a su amigo Gustav Klutsis detenido y asesinado, también su
primera esposa moriría encarcelada. Deineka prosigue con diversos encargos
oficiales donde trata de librarse de las acusaciones formalistas anteriores,
ahora con Futuros aviadores, 1938,
que aun siendo antiinformalista (espacio tridimensional y detallado) sigue con sus
extensiones casi monocromas, si bien otros encargos serán calificados de
esquemáticos.
Al
inicio de la II Guerra Mundial se puede distinguir en Deineka trazos cortos y
pesados con figuras pegadas al suelo, al final y en la post-guerra irá
recuperando lo liviano. En esta guerra se producirán veinte millones de muertos,
su madre entre ellos en 1942, él irá al frente para dibujar carteles y apagar
acusaciones y desaires, con Defensa de
Sebastopol, 1942, icono patriótico, se rehabilita. Final II GM, apogeo del
estalinismo y conservadurismo extremo en la cultura con decreto que defendía
una actitud antimoderna, antioccidental y expresamente académica, así En la cuenca del Don, 1947, diluye su
antiguo estilo que no le libró de estar nueve años sin encargos oficiales,
hasta que lo rehabilita Nikita Jruchióv con una exposición individual con más
de 270 obras con todas las críticas positivas, quizá para acallar el éxito que
tuvo la de Picasso un año antes (1956), así Deineka era un mal menor frente a
la decadencia occidental que representaban Cezánne o Picasso, se veían sus
obras como carentes de vida.
Deineka
se formó con la vanguardia rusa y se comprometió políticamente con la
construcción del Estado soviético aunque, según Manuel Fontán del Junco
comisario de la exposición, el realismo socialista de Deineka no sería tan
exacerbado como el de Isaac Brodsky o Aleksandr Guerásimov y estaría imbuido de
una enérgica alegría y un cierto romanticismo que hace de él algo más sonriente
y optimista, fuera del molde del realismo socialista. Hoy Deineka se presenta
con una revisión más positiva de su obra que brinda una biografía en imágenes
de la URSS y se muestra como charlena entre vanguardia y realismo socialista,
según Christina Kiaer: “Sin ser un ingenuo ni un oportunista despiadado,
intentaba hallar el modo de trabajar satisfactoriamente en las circunstancias
que le fueron dadas, y buscaba plasmar su imagen personal, o su fantasía, del
nuevo individuo soviético”. Lo atípico en Deineka era que buscase la belleza (Mediodía, 1932; Madre, 1932) reflejando sus cuadros una suave luz de mediodía
intemporal, que en sus propios textos también podemos ver (en magnífica
traducción de Rafael Cañete en el rotundo catálogo de la exposición): “jóvenes
como la primavera […] baile festivo de colores que sale del pincel, esa esbelta
retahíla de líneas que hablan de la belleza de las fábricas, del trabajo y la
creación colectiva”.
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