miércoles, 7 de marzo de 2012

CHAGALL


Marc Chagall nace en la localidad bielorrusa de Vitebsk en 1887 y fallece en la francesa de Saint-Paul de Vence con 97 años trabajando en su taller hasta ese último día. Su obra se inspira en la tradición popular judía, tratada con exuberante fantasía y deslumbrante colorido, a la que se añaden resonancias bíblicas, enriquecidas por leyendas de la mitología y lírica rural. Asimismo los lubkí o estampas  xilográficas de carácter popular con apariencia naturalista e intenso colorido que atañe también a otras fuentes mitológicas rusas (Chagall no diferenciaba entre cultura rusa o bielorrusa), como el colorido de los iconos, su sencilla expresividad, la mística que representa y que Chagall derivaría en poética.

Aunque no le gustaba la calificación de poeta-pintor es algo que acaba por aceptar y terminará rodeado de poetas, teniendo una cercana amistad con Blaise Cendrars y Apollinaire. Su autobiografía Mi vida (1931), relato de infancia y juventud, complementada con la de su primera esposa Bella Burning Lights y First Encounter (h. 1937), refleja un cierto mundo interior inquieto y fantasioso, que se remata con Poèmes (1975) su obra lírica donde se recogen sus ansias y sueños. Así sabemos, que de niño conversaba con animales de corral cercanos a su casa o con los objetos, que representaban para él ciertas cualidades personales. Podríamos decir que refleja en sus cuadros la intimidad de las aldeas y familias rusas humildes de las que escribe Gogol y que más tardé él ilustraría.

Manifiesta inquietudes artísticas desde la infancia, ya en San Petersburgo estudia con Léon Bakst quien le pone al día de las corrientes vanguardistas parisinas. Así en sus primeras obras de 1908-9 podemos ver influencias de Matisse y Gauguin en sus composiciones con figuras y retratos de donde empieza a surgir su iconografía personal, casi siempre teñida de un aspecto enigmático. Combina la corriente vanguardista occidental con el misticismo de la Cábala, radica ahí su foco creativo, su fuente creadora de imágenes.

En su primera estancia en París se nutre de la vida cotidiana de Vitebsk que transforma poéticamente, así La boda (1911-12) o El violinista (1912-13), obras que hubieran podido prologar el movimiento surrealista en ciernes. Chagall añade una percepción basada en sueños y leyendas, incrementando la expresividad del color, dando paso, como dirá André Breton a la metáfora pictórica. En cada obra de Chagall podemos ver un compendio de las vanguardias históricas en una sintaxis personal que combina cubismo, expresionismo y surrealismo, buscando la impronta visual de la composición. A los planos superpuestos del cubismo, él responde con planos diáfanos intercalados de procedencia onírica con diversos niveles psíquicos, logrando una superficie coloreada de metáforas.

Gran éxito de su obra gráfica desde su inicio prácticamente y que podemos admirar en esta exposición, plenas de vibrante saturación cromática con su esplendorosa gama de azules. No era habitual entre la vanguardia histórica el éxito popular que tuvo, lo que provocó ciertos recelos entre los cubistas y los constructivistas, reprochándole el aspecto poético y su afición a las ideas literarias, folklóricas o religiosas. Con el cuadro Dedicado a mi prometida (1911, título puesto por Blaise Cendrars) se adentra con fuerza en el mundo artístico parisino con su larga concatenación de recuerdos, su vida en el campo, símbolos y leyendas judías que dan lugar a formas coloreadas que alcanzan un determinado ritmo dentro del lienzo. Son alusiones emblemáticas, de ahí la inversión de formas que producen cierta distorsión de proporciones, imágenes de raíz onírica cargadas de memoria de fértil imaginería. Misticismo que estaba en consonancia con el expresionismo de Franz Marc que al igual que Paul Klee (otro poeta-pintor) estaban familiarizados con el cubismo órfico de los Delaunay.

Entre 1914 y 1922 se encuentra en la URSS donde fundó una academia de pintura en la que participarían Lissitzky y Malevich, enfrentándose a este último por cuestiones ascéticas. En esta época podemos ver su desbordante fantasía en el Teatro Judío de Moscú que teñirá su obra posterior de un cierto carácter escénico y con áreas de color más amplias. Llegando al derroche de color en los decorados para el ballet de Stravinsky El pájaro de fuego, en Nueva York. Judío y seguidor de la Revolución de Octubre, Chagall encontrará dificultades con el sistema, en la línea vista en las exposiciones “rusas” que se han venido celebrando en Madrid. Regresaría a Francia donde había estado en 1911 con la vanguardia, ahora exiliado, naturalizándose francés.

En 1923 de nuevo en París donde amplía su obra gráfica y descubre el paisaje de la campiña francesa, en 1924 su estilo ha fraguado entre el público con éxito de ventas. A sugerencia de Ambroise Vollard, se acerca al mundo del circo con sus figuras tan cercanas a su mundo de fantasía y tan caras al público francés (véase lo escrito en estas páginas sobre L’acrobate à la boule). También fue Vollard quien le sugirió que ilustrase la Biblia, libro que de tanta presencia en su vida, él la soñaba, nos dice, logrando un  lenguaje que evolucionaría y llegaría a la gloria en los años sesenta con sus pinturas sobre el Mensaje Bíblico.

En 1934 visitó España donde vería la obra de El Greco, Velázquez y Goya, y también visitó Tossa de Mar (que deja reflejado en una fantástica obra, Ida en Tossa, 1935);  en el 37 en Italia para ver la obra de los venecianos y en el 41 marchó a New York donde moriría su esposa Bella. Liberado París surge la añoranza de la vuelta a Francia que se produciría en 1946, viviendo en Niza e instalándose en 1950 en Vence, como siguiendo físicamente el rastro de Matisse, allí en Vence trataría de decorar la capilla del Calvario, resultando infructuoso las obras serían finalmente destinadas a Niza en 1971-72.

Retoma su actividad gráfica con Tériade editor heredero de Vollard, en 1952 se casa con Valentine Brodsky (Vava) y viajan a Grecia para ilustrar la leyenda de Daphnis y Cloe, lo que le servirá para quedar cautivado del resplandor de la luz griega así como para iniciar un nuevo periodo existencial con Vava.

Numerosos alfares en los alrededores de Vence, por donde también merodeaba Picasso; se dedica a la cerámica donde busca el resalte de color que hacía en pintura. Desarrollo puesto en práctica, en 1957, con un gran mural de cerámica en el Baptisterio de Notre-Dame de Toute Grâce du Plateau d'Assy, una iglesia con impronta románica (que encajaba muy bien con las piezas cerámica de Chagall) donde también intervienen, entre otros, Bonnard, Braque, Léger, Matisse, Rouault o Lipchitz.

Otros edificios públicos a señalar serían el vestíbulo del Teatro de Frankfurt y el techo de la Ópera de París (encargado por André Malraux, que le facilitaría también realizar su museo de Niza). Experimenta también con tapices, mosaicos y vidrieras, quizá la superficie que mejor se amoldaba a su corpus espiritual de ideas y a su ansiedad vibrante de color, su máxima expresión la alcanza en las realizadas para la sinagoga del Centro Médico de la Universidad Hebrea de Hadassah en Jerusalén.

En la cosmovisión bíblica del judaísmo se establecen cuatro círculos concéntricos en los que se divide el mundo, ocupado cada uno por un tipo de seres humanos. La Cábala es tradición  y transmisión del conocimiento de los secretos del universo, formando parte los ángeles de esa representación cabalística siguiendo la visión de Ezequiel. De aquí, quizá, la tendencia a volar de sus personajes, la suspensión de los objetos, como si también expresase  la predisposición al viaje del errante pueblo judío. Chagall sobrevoló todas las tendencias como ángel que mira La Rouche (La Colmena) desde lo alto, ese multitudinario estudio de forma casi circular, octogonal, que albergaba numerosos artistas, genios en ciernes, donde Chagall tuvo tu taller al llegar por primera vez a París (Blaise Cendrars nos da una impresión de su taller en el poema “Atelier” dentro de Dix-neuf poèmes élastiques de 1919). Lo volátil, lo evanescente se da también en su obra poética ya referida, y así lo vemos en uno de los poemas que recoge y traduce Ángeles Caso en el catálogo de la exposición: [Approche, blanc nuage/ Emporte-moi dan les hauteurs/ J’entends en bas sonner les cloches/ Et des maisons s’élève une fumée] “Acércate, nube blanca/ llévame a las alturas/ Abajo oigo sonar las campanas/ Y de las casas asciende el humo”.