viernes, 11 de marzo de 2016

À propos de Georges de La Tour

Recoge Arthur Zajonc, Capturar la luz. La historia entrelazada de la luz y la mente. Girona, Atalanta, 2015, pgs. 230-1: 

Michael Faraday, uno de los más renombrados científicos del XIX en Inglaterra afirmó: “No hay puerta mejor ni más abierta por la que entrar en el estudio de la filosofía natural que la meditación sobre los fenómenos físicos de una vela”.

Sigue Zajonc: “Encendamos una vela y fijémonos en la perfecta copa que se forma debajo de la llama para contener la cera derretida. La llama baja por el pabilo y funde la cera que hay en el centro de la vela, al tiempo que la corriente de aire que sube alrededor de la vela mantiene el borde fresco y elevado, lo que crea un recipiente que contiene a la perfección la cera derretida. El líquido que hay dentro sube por el pabilo gracias a las mimas fuerzas que hacen que la savia ascienda por el tronco de un árbol o de una planta: la capilaridad. Sin embargo, la cera líquida, en vez de alimentar a hojas y flores, se vaporiza en la región oscura de la llama que está más cerca del pabilo, se mezcla allí con el aire y nutre la llama. Si esto fuera todo, como sucede en el caso de algunas llamas, las velas darían poca luz. No obstante, el cono amarillo y brillante que difunde el suave resplandor lo producen pequeñas y resplandecientes ascuas de carbón sin quemar, las mismas que se convierten en hollín cuando el pabilo es demasiado largo. Frío, es la sustancia más oscura que hay, pero, cuando se calienta, la luminosidad del hollín es preciosa.

Para el ojo poético de Gaston Bachelard, la llama de la vela es un fenómeno ejemplar. En ella, ‘el material más vulgar da luz, y se purifica al hacerlo’, a lo que añade: ‘El mal alimenta al bien. en la llama, el filósofo encuentra un fenómeno-modelo, un fenómeno cósmico, un modelo de humanización’. Como fenómeno modelo, la llama de la vela es simbólica, pues su naturaleza presenta un aspecto moral, además del físico. Un material basto queda purificado por efecto de la llama al convertirse en luz. Al mirar dicha llama, Paul Claudel se pregunta sobre la transformación que provoca: ‘es donde la materia alza el vuelo para alcanzar la categoría divina’. Para el poeta supone un modelo de humanización; para el científico, un misterio aún por resolver. En cualquier caso, la llama de la vela nos atrae como a las polillas.” 

















De Raíz y brote. Madrid, Huerga y Fierro, 2015: 


                Tan ardiente la vela
                en juegos con el aire
                olvida sus lágrimas
                se consume
                en su luz.

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