sábado, 8 de marzo de 2008

Hay nubes como de azahar y peso
desembalado de nuestra gravidez terrosa.

Nubes como pámpanos táctiles
que nos libran del infortunio
de una mirada sin forma
en el celeste sin escalas.

Nubes de aleados caprichos
ahormados con la eternidad
y maravilla de lo efímero
que apenas si surge,
totalmente nos invade.

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