viernes, 12 de febrero de 2010

IMPRESIONISMO - UN NUEVO RENACIMIENTO


Del Impresionismo ya parece imposible ser ni exhaustivo ni original, habiéndose dicho tanto lo acertado como lo erróneo, pero con el subtítulo de esta exposición, dado que no lo aclaran, no acertamos muy bien lo que nos vienen a decir los organizadores de la misma. Podría aludir al estudio de Erwin Panofsky Renacimiento y renacimientos en el arte occidental dado que Renoir, Monet, Bazille y Sisley fueron discípulos del pintor neogriego Charles Gleyre, y si atendemos a Panofsky, habría un deseo de recuperación de valores clásicos fundamentados en la naturaleza, que en el caso de los impresionistas vendría a ser la pintura al aire libre junto a los efectos transitorios de la luz y el movimiento. Por otra parte, al centrarse la exposición en la figura de Manet, bien podríamos pensar que alude a sus convicciones republicanas abogando por el fin del Segundo Imperio, alentando las virtudes democráticas de la III República Francesa que llevaron, entre otras cosas al Movimiento Impresionista a renovar, si se quiere, la historia de la pintura. Esta interpretación, que encerraría una cierta paradoja al ver el patrocinio del Rey de España en esta exposición, enlaza además con ciertas tesis, entre otras, la de Michel Foucault (La pintura de Manet) donde la figura de Manet se convierte no sólo en precursor del impresionismo sino de toda la pintura posterior, entre otras cosas por una concepción espacial, sin igual desde el Quattrocento, donde va a manipular la mirada del espectador, la superficie interior del cuadro, sus ejes o su iluminación, haciendo de ellas una materialidad más de la pintura. A esta tesis podemos añadir la de Michael Fried (Manet’s Modernism or The Face of Painting in the 1860s) donde Manet es la figura crucial de la historia moderna de la pintura, un eje en el permanente combate de escuelas, la tradicional y la moderna, algo que pudimos comprobar hace pocos años en la exposición que el Museo del Prado le dedicó haciendo realidad su ex libris: Manet et manebit (permaneció y permanecerá quizá tomado de Cicerón, Las Leyes, 1,1 Manet vero et semper manebit).

La exposición muestra una serie de ascendientes, entre los que destacamos la influencia de lo español debido al descubrimiento de la escuela española y el Museo del Prado; también admiran una España exótica, de difícil acceso que idealizaron Merimé o Victor Hugo. Asimismo la apertura de un ala española en el Louvre con más de cuatrocientas piezas reunidas en parte con la rapiña napoleónica o comprada por ésta a precios ridículos, les hizo ver que la pintura española sortea los planteamientos académicos con una técnica suelta que escapa al detallismo y la perfección, notándose las pincelas y los toques de color que precisamente buscan los impresionistas.

Otra influencia a observar es el japonismo, una adopción de motivos de arte japonés, sucesor de las chinoiseries del XVIII, que aporta exotismo (biombos, abanicos) y nuevos atractivos estéticos: movimientos fugaces, asimetría, dinámica espacial, plenitud, colores fuertes y puros, ondulaciones y puntos de vista no convencionales; enlaza además con el uso frecuente de la fotografía y la técnica fotográfica en la captación del movimiento y en los encuadres, llegándose a celebrar, en 1874, la primera exposición impresionista en el taller del fotógrafo Nadar.

Otras influencias a destacar serían: el paisajismo holandés del XVII, sus temas cotidianos y su pequeño formato; de Turner (Pisarro y Monet conocieron su obra en Londres), las masas de color donde sacrifica el detalle por el conjunto; el gusto por el paisaje de Corot en Barbizon; la turbulencia de Courbet con su espátula cargada de pasta; la captación de formas rápidas, de Boudin en Honfleur, convenciendo a Monet para que pinte al aire libre, captando esa primera impresión de atmósferas, cielos y efectos de luz.

Centrándonos en los aspectos pictóricos, podemos decir que fue la teoría de Chevreul sobre la mezcla óptica lo que indujo a los impresionistas a matizar sombras con colores complementarios del color del objeto que las arrojaba, yuxtaponiendo colores en el lienzo para que el ojo, y no la paleta, los fundiese a distancia, algo que causaría incredulidad, mofa o una inmensa risa, como recoge Bataille en su estudio biográfico sobre Manet, cuando presentó su Olimpia en el Salón de 1865. Los impresionistas estaban convencidos que el color de las sombras estaba influido por el entorno. En lugar de dividir su trabajo en zonas contrastantes de luz y oscuridad usaban sombras para unificar el lienzo en un tono dominante. Exploran mucho las gamas de colores, pocos colores pero muy utilizados y mezclados, por ejemplo, la gama de marrones en Acuchilladores de parqué (1875) de Gustave Caillebote.

Los impresionistas buscan el efecto de la luz, destierran los colores pardos y utilizan colores prismáticos (no Degas ni Manet, que aclarará la paleta pero sin abandonarlos), fragmentando el toque (no en Manet que empela una pincelada larga, acortándola en su fase impresionista). Tanto a Manet como a Degas les separaba de los impresionistas su objetivo artístico, su educación, posición social y su edad. La economía y el modo de hacer directo de Manet y Degas fue adoptado por los impresionistas que dejaron de incluir pequeños detalles en sus obras y también optaron por un acabado no perfecto.

Manet y Degas (de Gas hasta 1870), aunque diferían absolutamente en cuestiones políticas, se parecían sobre todo en que fueron supremos ilustradores de la vida parisina de su tiempo. Manet quería reproducir elegancia y encanto siguiendo, en cierto modo, a Baudelaire (El pintor de la vida moderna), con un dinamismo abierto al devenir donde los héroes ya no son los Horacios sino los caballeros con chistera. Degas rechazó siempre el apelativo impresionista, incluso después de la tercera exposición impresionista cuando el término fue adoptado en general. Rara vez utiliza colores yuxtapuestos y tiene un gran apego por el dibujo tradicional declarándose discípulo de Ingres. Su aportación, fue su invención compositiva e iconográfica a raíz de sus experimentos con la fotografía y la influencia de la estampa japonesa.

Pissarro hace una pintura tradicional de paisajes en clave corotiana donde predominan los pardos. Ingresa en Bellas Artes y realiza estudios tradicionales que le harán no perder ciertas composiciones y estructuración con dibujo bajo el cuadro. Es un paisaje con sentido del equilibrio, directo, que capta todo lo que hay, estableciendo una relación individuo/naturaleza de tipo cálido, plácido y tranquilo. Meticuloso y veraz, retrata gente trabajadora por su conexión a la corriente de pintores demócratas. Fue el más influyente junto a Monet, por su humildad en su manera de acercarse a la naturaleza, anticipando la relevancia artística de Cézanne.

Monet cuenta con el tratamiento de luz más atrevido, con orientación hacia el paisaje puro, captando la atmósfera y la luz de un lugar concreto, utilizando ésta como elemento unificador de figura y paisaje. Maneja pocos colores, pero con variedad en sus matices y sombras coloreadas con diferentes reflejos, con depuración del lenguaje, con toques abiertos y quebrados. Su cuadro titulado apresuradamente Impresión, sol naciente (1873) dará nombre, entre críticas burlonas de Louis Leroy en Le Charivari, a todo el movimiento. Aunque la creación del movimiento impresionista fue gradual, más decisivo que esa anécdota, es la estancia hacia 1869 de Monet y Renoir en los alrededores de la isla La Grenouillère (El criadero de ranas) pintando el trémulo rielar del agua. Usando colores puros y sin mezcla, prescindiendo de ferrosos y pardos, descubrieron que las sombras no son ni pardas ni negras sino coloreadas en su periferia y que el color local de los objetos queda modificado por la luz que los ilumina y por los reflejos de otros objetos, por lo que el color local es cambiante, de ahí que buscaran el instante, haciendo de las series la esencia misma del impresionismo.

Renoir fue el más clasicista y el primero que alcanzó el éxito, su carácter hedonista hace transponer la mitología rococó a su mundo. Más plumoso y suave que Monet, por su enseñanza pictórica en porcelanas, pintaba por gusto, siempre alegre y predispuesto al cambio de estilo hereda la carnalidad de la mujer reflejada en Rubens y que veremos en sus tardíos desnudos femeninos. Su concepto de la pintura le evita las angustias del amor propio de Manet, las dudas punzantes de Cézanne, las luchas amargas de Monet, la preocupación de sí mismo de Degas y la grave aplicación de Bazille.

Viendo todas estas diferencias quizá sea acertado decir que no hubo una escuela impresionista, sino impresionistas. Jóvenes llenos de actividad, con una actitud ante la naturaleza excepcionalmente directa reunidos en ocho muestras como alternativa al Salón oficial y sus rechazos de los artistas más innovadores. Después de 1886 y el cierre de la octava exposición, se produce la desintegración del movimiento, buscando la renovación cada uno por su lado y cuando una nueva generación de neo y postimpresionistas venía queriendo escapar del academicismo. El Impresionismo, como se puede apreciar en esta muestra, cierra hasta sus últimas consecuencias el Realismo o Naturalismo, abriendo una nueva etapa de vanguardia con una derivación formalista (moderniza la forma) que se dotará con sus propias leyes plásticas.

No hay comentarios: